Frente a las piedras del Muro Occidental, en el lugar donde generaciones han rezado y esperado un milagro, inclinamos la cabeza y lloramos con el corazón roto por el asesinato de Tzahi Idan, Itzik Algart, Shlomo Mansour y Ohad Yahalomi – los cuatro santos, arrebatados de sus vidas y asesinados en cautiverio por Hamás en Gaza.
Fueron secuestrados con vida – y nosotros rezamos, esperamos, pedimos un milagro. Pero hoy, el corazón se quiebra. Familias que quedan con un abismo de dolor, amigos que se niegan a creerlo, un pueblo entero que llora y sufre. Un dolor sin consuelo.
Desde este lugar sagrado, el Muro Occidental, enviamos nuestras condolencias a todas las familias y anhelamos el día en que no conozcamos más el duelo. Que todos los secuestrados regresen pronto a los brazos de sus familias – los vivos para reconstruirse, y los caídos para recibir sepultura en Israel.
Que el Eterno los consuele junto con los otros dolientes de Sion y Jerusalén, y que no conozcan más dolor. 🕯️🎗️
Que su memoria sea bendita.