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Uno creer’a que hacer un voto o un juramento era algo positivo, pero los Sabios de la Mishn‡ (en el tratado de Nedarim, Cap’tulo 1) nos ense–an que estas acciones no eran realizadas por personas piadosas y, por lo tanto, aquel que hac’a un voto ׂcomo el de las personas piadosas׃, no estaba en realidad asumiendo la prohibici—n, ya que ese no era el modo en que esa clase de persona lo hac’a.
Incluso m‡s: el Talmud toma una determinaci—n con un lenguaje tajante:
Aquel que hace un voto se considera como si hubiera construido un altar personal en las afueras del Templo (algo que estaba prohibido), y aquel que cumple con el voto se considera como si hubiera ofrecido un sacrificio en ese altar prohibido.
(Talmud de Babilonia, Tratado de Nedarim, p‡gina 22).
Hubiramos podido asumir que el Talmud s—lo se refiere a votos negativos, como si una persona se comprometiera a hacer algo inapropiadoֹ pero el Rambam (Maim—nides) asegura que el Talmud est‡ refirindose espec’ficamente a aquel que hace un voto relacionado con acciones positivas. ƒl lo describe del siguiente modo:
Si bien (recibir sobre uno votos) es un elemento del servicio a D-os, la persona no deber’a asumir votos relacionados con prohibiciones y no debe habituarse a hacer votos de ningn tipo. Por el contrario, debe abstenerse de sto y evitar las cosas que son negativas sin la necesidad de hacer un voto. Nuestros Sabios han dicho ׂaquel que haga un voto se considera como si construyera un Altar personal׃.
(Libro Mishn Tor‡ del Rambam, Hiljot Nedarim, Cap’tulo 13)
Estamos hablando, entonces, de ׂcosas que son negativas de las que uno debe abstenerse׃, como dice el Rambam. Si es as’, ?por qu aquel que hace votos relacionados con stas cosas es comparado con aquel que pasa por la severa transgresi—n de construir un altar personal y ofrecer un sacrificio en l?
La pregunta debe comenzar por otro lado. ?Qu era un altar? En la poca antigua, antes de que el Rey Salom—n construyera el Templo en Jerusaln, cualquiera pod’a construir su propio altar y ofrecer un sacrificio en l. El rito jud’o era algo individual y personal. Pero cuando se construy— el Beit HaMikdash en el Monte del Templo en Jerusaln, se determin— que ya no estar’a permitido ofrecer sacrificios en altares personales. La relaci—n entre el pueblo jud’o y D-os pas— a tener entonces un car‡cter comunitario, y ninguna persona, sin importar su estatus, ten’a el derecho de separarse de la comunidad al crear otro lugar en donde pudieran ser ofrecidos sacrificios.
Ahora podemos comprender por qu el Talmud compara a la persona que hac’a un voto con aquel que constru’a un altar y ofrec’a un sacrificio en l. Una persona que constru’a un altar estaba tratando de ser diferente al resto. Todos los integrantes del pueblo jud’o ofrec’an sacrificios en el Templo, pero l decide construir un altar para ofrecer sacrificios en su casa. De manera similar, aquel que hace un voto quiere encontrar su propio modo de servir a D-os, inventando nuevas prohibiciones s—lo para l, que expresen la espiritualidad del modo espec’fico que l desea.
La Tor‡ se opone a sto. Separarse de la sociedad no es algo deseable. Nunca. Nadie discute que cada persona puede y debe encontrar su propio modo de expresar su individualidad y encontrar el camino que mejor la siente, pero sto es siempre dentro del marco general y comunitario del Juda’smo. No es necesario construir un altar o hacer votos para expresar una personalidad especial y espec’fica. Uno puede cumplir los mandamientos que todos los jud’os deben respetar y encontrar en ellos su propio modo nico de llevarlos a cabo.