Mishpatim 5779

Rabino Shmuel Rabinovich - Rabino del Kotel HaMaarav’ y Los Lugares Santos


La parash‡ de esta semana, Mishpatim, comienza mencionando las leyes de esclavitud. Pareciera como si la esclavitud se hubiera esfumado de nuestro mundo, y aprender leyes al respecto podr’a llegar a enfurecer a alguien que considere hoy en d’a a la esclavitud como algo inherentemente abominable. Pero una mirada apropiada a las leyes mencionadas en la Tor‡ nos ense–a que existe una conexi—n directa entre las leyes de la Tor‡ y los sentimientos de aquel que considera la esclavitud como algo inmoral. Podr’a incluso llegar a decirse que ese sentimiento es exactamente lo que la Tor‡ busca alcanzar con sus leyes: la restricci—n de la esclavitud, que finalmente lleve a su eliminaci—n.

Esta orientaci—n est‡ expresada en los paralelos que existen entre las leyes de esclavitud y los Diez Mandamientos que le’mos en la parash‡ pasada. Hay una asunci—n prevalente entre los comentaristas b’blicos de que los Diez Mandamientos est‡n reflejados de algœn u otro modo en los numerosos preceptos que aprendemos en la parash‡ Mishpatim. Cada uno de esos comentaristas intenta buscar se–ales de los Diez Mandamientos presentes en la parash‡ de esta semana, para as’ conectar cada halaj‡ (ley jud’a) en Mishpatim con alguno de los Diez Mandamientos.

Mishpatim

Uno de los m‡s importantes comentaristas del Siglo XV fue Don Itzjak Abarbanel, un hombre sabio y estudioso que, adem‡s de ser un gran erudito en Tor‡, trabaj— como ministro de Finanzas de tres pa’ses. Abarbanel tambiŽn busc— paralelos entre Mishpatim y los Diez Mandamientos. ƒl escribi— que las leyes de esclavitud se vinculan con el mandamiento de ׂNo matar‡s׃: ׂCuando una persona adquiere a un esclavo y lo esclaviza de por vidaֹ eso es como una muerte en vida, ya que la Tor‡ describe al acto de hacer caridad como װvidaױ… entonces, esclavizar a alguien, que es lo opuesto a hacer caridad con otro, debe compararse con matar׃.



La Tor‡, de hecho, considera a la esclavitud como un fen—meno problem‡tico. Respecto al esclavo jud’o, est‡ escrito lo siguiente: ׂPues ellos son mis servidores, a quienes Yo saquŽ de la tierra de Egipto, y no deben ser vendidos del modo en que un esclavo lo es׃ (Shemot 25:42). Incluso la esclavitud que est‡ permitida en la Tor‡, no es una esclavitud ׂest‡ndar׃. Un esclavo jud’o es s—lo un trabajador contratado a largo plazo, y de ningœn modo es la ׂpropiedad׃ de su amo, pues Žl es un esclavo de D-os. La esclavizaci—n del jud’o no lo deja despojado de sus derechos humanos.



Si vemos las leyes de esclavitud mencionadas en Mishpatim encontramos que ellos intentaron mejorar las condiciones y el estatus del esclavo: un esclavo jud’o era liberado autom‡ticamente luego de seis a–os de esclavitud; e incluso si por voluntad propia eleg’a quedarse en la casa de su amo, de todas maneras era liberado en el a–o 50, el a–o del ׂYovel׃. Una sirvienta jud’a deb’a ser liberada por su amo al alcanzar su adolescencia, a menos que el amo o su hijo se casaran con ella, y entonces ella recib’a todos los derechos legales de una mujer libre; un amo que mataba a un esclavo no-jud’o recib’a pena de muerte; un amo que causaba que su esclavo perdiera un diente o her’a su ojo, deb’a liberar a su esclavo, algo que es un claro contraste con la situaci—n de los esclavos en el mundo antiguo.



En otros fragmentos de la Tor‡ aprendemos halajot adicionales cuyo prop—sito es mejorar las condiciones y el estatus del esclavo. Debemos comprender que en la antigŸedad la esclavitud era algo que exist’a. En Roma, eran el 30% de la poblaci—n. ?En Esparta cada hombre libre ten’a setenta esclavos! Claramente, cuando hay tantos esclavos, la vida de ellos no se consideraba algo valioso. Las leyes de esclavitud en la Tor‡ no permiten esto. Al ser que todo ser humano fue creado ׂa imagen de D-os׃, una persona nunca puede convertirse en un objeto. La santidad inherente al hombre es preservada incluso cuando sea un esclavo, y esta santidad es lo que ha llevado a la humanidad a adoptar la postura de la Tor‡ y abolir la esclavitud.



Sin embargo, no debemos olvidarnos que en algunos pa’ses del mundo todav’a existe la esclavitud. Segœn estimaciones, unas 21 millones de personas todav’a viven en una situaci—n de sometimiento o de trabajos forzados. Esta es la visi—n moderna de la esclavitud y nosotros, que estamos guiados por la luz de la Tor‡, debemos asegurarnos de no ofrecer ningœn apoyo, ya sea directo o indirecto, a esta inmoralidad.

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