Behaױaloteja 5779

 

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ׂHab’an quedado dos hombres en el campamento; el nombre de uno era Eldad y el nombre del segundo era Medad, y el esp’ritu se pos— sobre ellos (ֹ) y profetizaron en el campamento. El joven corri— y se lo comunic— a MoshŽ, y dijo: װEldad y Medad profetizan en el campamentoױ׃. Yoshœa ben Nun, servidor de MoshŽ desde su juventud, exclam— y dijo ׂ?Mi se–or MoshŽ, encarcŽlalos!׃. MoshŽ le dijo: װ?Acaso celas tœ por m’? ?Si tan s—lo todos los hombres en el pueblo del Eterno fueran profetasֹ!

(Bamidbar 11:26-29)

Lo que vemos aqu’ es la historia de dos personas que experimentaron una revelaci—n profŽtica independiente, no junto con MoshŽ y no cerca de Žl. Ellos estaban ׂprofetizando en el campamento׃. Tres personas responden en este relato breve: un joven an—nimo, Yoshœa y MoshŽ. El joven asustado corri— a MoshŽ y le inform— que Eldad y Medad estaban profetizando en el campamento. Obviamente, su intenci—n era reportarle a MoshŽ una acci—n problem‡tica, probablemente criminal.

Yoshœa, el ayudante de MoshŽ, respondi— de manera acorde: ׂMi se–or MoshŽ ?encarcŽlalos!׃. La respuesta de Yoshœa emanaba de una preocupaci—n por la unidad del pueblo, el temor a que alguien se revelara a la autoridad de MoshŽ. Si hab’an personas profetizando de manera independiente, entonces MoshŽ no era el œnico canal de comunicaci—n entre D-os y el pueblo. Incluso si ellos eran profetas verdaderos, ?el d’a de ma–ana podr’an aparecer falsos profetas que asegurar’an que hab’an experimentado una revelaci—n y recibido instrucciones de regresar a Egipto! El preocupado Yoshœa sugiri— una soluci—n pr‡ctica: encarcelar a Eldad y Medad, los dos profetas independientes y cortar el problema de ra’z. En consecuencia, el liderazgo permanecer’a en manos responsables.

Pero MoshŽ reaccion— de una manera absolutamente diferente. Por el contrario, Žl dijo que no hab’a de quŽ preocuparse. ׂSi tan solo todos los hombres en el pueblo del Eterno fueran profetasֹ׃. Desear’a, dijo MoshŽ, que yo no fuera el œnico profeta, y que no s—lo Eldad y Medad fueran profetas, ?sino que todo jud’o pueda alcanzar la profec’a! MoshŽ confiaba en el pueblo. Cualquiera pod’a alcanzar la cima. No era que s—lo uno hab’a nacido para estar en el pico de la monta–a mientras que el resto estaban destinados a quedarse en la base. Todos estaban invitados a escalar, y aquel que hiciera el esfuerzo conseguir’a resultados.

Es m‡s, desde el inicio de la respuesta de MoshŽ a Yoshœa, Žl le dijo ׂ?acaso celas tœ por m’?׃. Rab’ Shim—n Bar Ioj‡i dijo que la profec’a de Eldad y Medad era en cierto punto irrespetuosa con MoshŽ. As’ es como Žl interpret— el contenido de aquella profec’a:

ׂ?QuŽ profetizaron? Ellos dijeron: װMoshŽ morir‡ y Yoshœa ingresar‡ a los jud’os a la Tierra׃.

(Talmud de Babilonia, Tratado de Sanhedr’n, p‡gina 17)

Esto coloca a la historia bajo una nueva —ptica. No era s—lo una profec’a independiente o una preocupaci—n hipotŽtica. Esto pod’a ser el inicio de una revuelta general. Eldad y Medad aseguraban que MoshŽ no ameritar’a completar el trayecto de su vida, y no ser’a el responsable de ingresar al pueblo jud’o a la Tierra Prometida.

Es importante notar que, aquel que sabe cu‡l fue el desenlace de la historia, entiende que eso fue de hecho lo que ocurri—, y que la profec’a de Eldad y Medad fue cierta. Pero para aquellos que escucharon Žsto en su momento, era un golpe a la autoridad que s—lo pod’a ser interpretado como un levantamiento contra el liderazgo de MoshŽ. Ahora podemos entender un poco mejor el p‡nico de aquel joven cuando corri— a informarle a MoshŽ acerca de lo que Eldad y Medad profetizaban en el campamento.

Ahora la grandeza de Yoshœa y de MoshŽ sale a la luz. Eldad y Medad coronaban a Yoshœa como el sucesor de MoshŽ, pero Yoshœa no s—lo no se vio tentado por sus palabras, sino que incluso intent— apagar lo que parec’a ser una revoluci—n contra MoshŽ. Al punto que recomend— que estas personas fueran encarceladas para que sus palabras no llegaran a los o’dos del resto del pueblo. Yoshœa demostr— una completa y absoluta lealtad a MoshŽ.

Y MoshŽ ni siquiera se pone a pensar en s’ mismo. ׂ?Acaso celas por mi bien?׃, se pregunta. ?Acaso yo soy el centro de la historia del pueblo jud’o? ?QuŽ importa si el l’der tiene que ser otro? Por el contrario: cualquiera en el pueblo jud’o puede ameritar convertirse en l’der. ?Desear’a, dice MoshŽ, que todos en Am Israel pudieran alcanzar la profec’a!

Estos fueron los dos primeros l’deres del pueblo jud’o: MoshŽ, con m‡s humildad que cualquier otra persona en el mundo, y Yoshœa, un hombre dedicado y leal. Estas son las cualidades para comandar que debemos aprender de estos dos l’deres.

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